Reflecciones y un epilogo tardio.

Hace unos días, y después de meses de haber comenzado, por fin he terminado “El Ingenioso Hidalgo: Don Quijote de la Mancha ”, aunque he de confesarlo, tramposamente, pues he “medio leído” varios capítulos, sin embargo, y aún conociendo la riqueza literaria del libro, no quede satisfecho.
Tal vez se deba a que se ridiculiza el oficio de “caballero”, y con ello los libros de “caballerías”. Libros que por el momento (a la fecha no he leído ninguno) tengo idealizados, esperando encontrar en ellos una válvula de escape a esta horrible realidad que es mi tiempo, a pesar de las semejanzas con aquellos tiempos (300-1500 d.C. aprox.) con la actualidad, en lo político y lo social,  en lo económico y, sobre todo, en lo religioso.

Mas el mito, la leyenda, y toda la magia que envuelven a la época, es lo que me atrae: un tiempo en el que el Honor era más que una palabra y el Amor más que una relación. Aun así, la lectura del libro me hizo sentir como un moderno, pero apático, “Quijote”. Apático porque yo no saldré a buscar aventuras, conciente de que no las encontrare. Quisiera estar más loco para poder desvariar y ver peligros y cosas fantásticas en esta inofensiva y aburrida modernidad. Pero no es así, me tendré que conformar con escuchar música y leer libros de cosas que probablemente nunca existieron. Sin embargo, mi mente se esconde en la probabilidad de que sí, y en secreto, caminando por estas calles, yo en mi imaginación, voy a través de valles y montañas, pasando por castillos y ventas, alerta de algún peligro, siempre con la mano en la empuñadura, presto a desenvainar la espada para asestar certeros golpes, ya sea para defender mi vida, o el honor de mi Dama.




















A Modo de Epilogo

Ahora que ya he leído varios libros medievales y escuchado música de la época, me siento más impulsado a montar un briosos corcel, armado de mi lanza, escudo y espada; con la sangre de mis enemigos escurriendo hasta el codo, rescatando doncellas en peligro, combatiendo seres fantásticos: gigantes, dragones... Siendo ayudado por la magia de algún mago o de una bruja. Evitando caer en tentaciones y regresando siempre triunfante al lado de mi Dama.

*Esto lo escribí hace ya años, cuando me empezo a llamar esta época y su cosmogonia.

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